De mayor, superhéroe.

Una toalla atada al cuello, un puño hacia delante y un salto hacia algún sofá o colchón. Tomar unos rotuladores a modo de garras de Lobezno o unas gafas de sol para convertirte de inmediato en Cíclope.

Cuando somos niños soñamos con tener superpoderes o recibir una carta de Hogwarts (yo la sigo esperando con ansiedad). Queremos salvar la ciudad de aquel profesor terrorífico o simplemente estar tumbados con aquella persona, mirando las estrellas, sobre una telaraña.

Sin embargo cuando crecemos estos sueños se desvanecen como El Rondador Nocturno, pero sin humo azul violeta. Quizás estos deseos desaparezcan como resultado del terrible proceso de maduración que sufre cualquiera, hasta el más melón. Pero en la mayoría de los casos esto se debe a que ya hemos hecho realidad este sueño, simplemente no nos gustan los poderes que nos ha tocado tener. Algo así como le pasaba a Pícara.

Hay quien ansía notoriedad y le ha tocado ser otra mujer u hombre invisible, que camina por la calle sin ser percibido. Quien busca tener el talento de Tony Stark pero que pasa su vida estando a la sombra de otros, como un Robin tras la capa de un Batman.

Otros, debido a la situación que se vive en su país, tienen que emigrar dejando atrás a aquellos que quieren, estirando su sueldo como Mr. Fantástico para poder enviar algo a casa.

Hay Wonderwomen luchando por tener los mismos derechos que cualquier antihéroe de medio pelo. Y hay otros que luchan por la libertad, como Bestia, por la libertad de expresar su sexualidad sin temor.

Es una pena que por culpa de tantos Señores Pingüino, Magnetos y Duendes Verdes, todos los sueños de la infancia se pierdan, que ya nadie quiera ser inmortal como Dead Pool. Que aquella toalla en los hombros haya quedado relegada a secar agua, lágrimas y sudor.

Por otro lado tenemos algunos héroes reales que intentan que recuperemos la capacidad de imaginar algo mejor, y no tienen nombres extravagantes ni llevan los calzoncillos por encima del pantalón. Tenemos Adas Colau, Albertos Garzón y Teresas Rodríguez. Quizás llegará el momento en que los antifaces sean de éstos y no de los que tienen el poder de la invulnerabilidad ante la justicia.

Hasta entonces muchos ánimos, ya llegará la hora de las tortas.

Bombín y cigarrito

Aquí os dejo algo que le escribí al maestro Sabina allá por el 2012 en otro blog:

Maestro de maestros,

Mortal entre los dioses,

Izquierda de los centros,

Paleta de mil colores.

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De Úbeda hasta Granada,

Al extranjero emigró,

Con la lengua adulterada,

Por dos cubatas de ron.

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Pájaro en Portugal, capitán de su calle,

A la Magdalena quiso cantar,

No hay nadie con su talle

Ni que lo pueda igualar.

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Cantante que soñó ser poeta,

Mamarracho loco de remate,

Torero de salón y servilleta,

Se enroca si le dan jaque mate.

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El bombín es su sello,

La poesía su lenguaje,

Por nadie se juega el cuello,

Por cualquiera se rasga el traje.

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Joaquín Sabina canta lo que piensa,

Dice lo que quiere,

En el bulevar de la extensa

Minoría que solo por amar muere.

Tortura con transbordo

Sentado en el bus con camisa color moca,

me pregunté dónde estuvo escondido antes,

no sé si él o los vaches sacaron mi corazón por la boca,

quise hablar, a mis cuerdas vocales le faltaron consonantes.

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Día a día me debatía en un tira y afloja,

como un combate para romanos,

entre mi pesimismo y sus ojos color salsa de soja,

pestañeo morse, nuestros ojos, lengua de signos sin manos.

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Como la cama que desaparece bajo el cuerpo,

él se marchó dejándome como la loca de Perales,

sabía que volver a verlo era cuestión de tiempo,

pero mi Niagara interior intentaba desbordar mis lagrimales.

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Me convertí en investigadora privada sin sombrero,

ni cigarro, ni sueldo, tampoco gabardina,

todo el mundo lo conocía como a un extranjero,

pero cada pista era para mi dolor una aspirina.

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El día del encuentro llegó en un café,

cada mirada se convirtió en una palabra,

y cada caricia era un milagro para mi fe,

pero sin explicaciones desapareció, abracadabra.

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Ahora lo busco, donde antes lo sentía sin verlo,

ahora ya no cojo la línea nueve, hago transbordo,

a él jamás podre tenerlo,

pero quién sabe si esta buscadora ciega, encuentre un buscador sordo.

Para Claudia con todo mi respeto. Espero que sea algo que valga la pena y que de ello no sólo tenga la larga espera.

Doble sinsentido

Como morir entre llamas en un zoológico,

como temer padecer miedo patológico,

como las chupas de Cuero que nunca se puso,

como el electrocardiograma que le gana a la vida el pulso.

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Como cortar las alas a la paloma azul de la libertad de expresión,

como echar sal sin toma de tierra para la subida de tensión,

como la muñeca rusa que nunca llegaste a desnudar,

como los mudos que se rompen los dedos intentando acariciar.

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Como las tablas de Noé que usamos para multiplicar pecados,

como usar para anclar el tiempo cuñados pesados,

como los besos mesa de camilla para pacientes con bilirrubina,

como las vidas tan putas que se ven en cada esquina.

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Como llorar el pasado para tener lágrimas de cristal donde mirar el futuro,

como viajar a Berlín y subir las fotos a tu muro,

como la maqueta de Guernica que hemos reconstruido,

como un doble sinsentido fue lo que nunca ha sido.

Mutis por el foro

Te he leído tanto que te tengo subrayada,

he repasado tanto el guión que me sé tus réplicas,

nos hemos levantado tanto que somos tramoyistas sin ayuda,

eres tan buena actriz que paso de cínicas.

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Al empezar te acariciaba con Nerón al arpa,

te pedí un café y tú me diste un viernes de Defoe,

que si lloras me transformo en payaso sin león ni carpa,

que quiero ser viento en tu faldita de Monroe.

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Hiciste de Kafka transformando un capullo en mariposa,

no tengo hacha pero me tienes loco como en El Resplandor,

que con tu pincel pusiste mi vida en rosa,

y con tu cuerpo dejaste sin palabras al narrador.

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Que andaba vagabundeando hasta que la encontré, dama,

que lo que antes era comparsa ahora es alegre coro,

hagamos un primer acto en tu cama

y con los besos mutis por el foro.

¡Feliz día mundial de la poesía!

Tacto de seda

Describirte no es peccata minuta,

me gusta viajar a dedo por tu espalda sin maletas,

cantarte como Sabina a una puta,

besarte hasta compartir plaquetas.

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Me gusta jugar al Risk sobre las cortinas,

con las manos, sin fichas ni tablero,

tener heridas por saltarme tus concertinas,

y ser tu sexólogo de cabecero.

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Me gusta cuando ríes a ritmo de tabacalera,

me gusta el común marrón de tus ojos,

me gustan tus tacones golpeando la escalera,

cuando por nervios te rascas como invadida por piojos.

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Podría ponerme más poeta todavía,

decirte que me gusta cuando estallas porque estás como ardiente,

que hoy te he visto, me has mirado y hoy creo en la homeopatía,

que si alguien te dice que eres poesía no miente.

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Que me gusta que seas lija de tacto de seda,

que me gusta ser títere cuando tiras del hilo,

que mi corazón era un mimo hasta tu moneda,

que contigo los problemas bajen en barcaza de juncos por el Nilo.