Doble sinsentido

Como morir entre llamas en un zoológico,

como temer padecer miedo patológico,

como las chupas de Cuero que nunca se puso,

como el electrocardiograma que le gana a la vida el pulso.

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Como cortar las alas a la paloma azul de la libertad de expresión,

como echar sal sin toma de tierra para la subida de tensión,

como la muñeca rusa que nunca llegaste a desnudar,

como los mudos que se rompen los dedos intentando acariciar.

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Como las tablas de Noé que usamos para multiplicar pecados,

como usar para anclar el tiempo cuñados pesados,

como los besos mesa de camilla para pacientes con bilirrubina,

como las vidas tan putas que se ven en cada esquina.

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Como llorar el pasado para tener lágrimas de cristal donde mirar el futuro,

como viajar a Berlín y subir las fotos a tu muro,

como la maqueta de Guernica que hemos reconstruido,

como un doble sinsentido fue lo que nunca ha sido.

¿Aceptas a Yisus como legítimo esposo?

Buenas, hoy no vengo de humor, me habéis tocado mis santos testículos. He aquí el motivo. Sí, ya sé que es una noticia de hace un año, pero yo vivo en un limbo temporal, no voy a vuestra bola, me entero de las cosas cuando tengo tiempo para leerlas, no es tan fácil, ¿vale? El caso es que esta noticia me ha ‘rayao mazo’. Bueno, noticia por llamarlo de alguna manera, pues en realidad es una calumnia como una hostia consagrada de grande.

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Yo siempre he tenido mis ligues, para qué engañaros. A los 12 años comencé a tontear con las chiquillas de mi clase. Me gustaban Josephine, Lydia y Pepi la de mi calle (qué ubres tenía Pepi para su edad). El caso es que no me decidía, y opté por enviarles un papiro a las tres con una preguntita: «Kieres salir con mijo?? RT si kieres, FAV si no kieres». Como aún no existía Twitter les tuve que explicar de qué iba el asunto. Josephine profirió un alarido y se acabó marchando mientras me acusaba de brujería. Pero Lydia y Pepi se quedaron para luchar por mi amor. Al final me acabé liando con las dos… Cosas del hijo de un Dios. Pero jugar siempre con trampas no tiene gracia, así que me enfrenté a mi mayor reto: el matrimonio.

Sí, María Magdalena fue mi elegida tras años de acoso a su esbelta y cara figura. Lo intentamos, no creáis que no, pero ambos estábamos hechos para el jolgorio de la soltería y la despreocupación del desnudo aleatorio. No cuajó, así que NUNCA llegamos a casarnos. Aunque vivimos juntos durante un tiempecillo…

magdie 2

Ella se traía el trabajo a casa, y no me dejaba espacio para mis cosas. Decía que hacía ruidos raros por la noche al responder vuestras plegarias y le molestaba mi aureola a la hora de dormir. Me decía que no pisara lo fregado pero yo andaba por encima del agua como si tal cosa, y a veces me resbalaba por la lejía y pum, toda la túnica empapada. Se metía con mis amigos (a Pedro lo llamaba mi perrito faldero). Total, que no tuvimos más remedio que romper nuestra relación pues yo era inmortal y ella no, y como no era un vampiro gusiluz no pude morderla para hacerla inmortal como yo ni nada parecido. Todo se fue a pique.

Por lo tanto, nunca llegué a casarme, listillos. Sí es cierto que me tiré a la bebida y las drogas tras nuestra separación, pero esa es otra historia que os contaré más adelante…